Recientemente se publicó en este mismo Foro, una reflexión sobre el espíritu empresarial con el título: “¿Sobrevivirá el espíritu empresarial vasco?”. El autor, Patxi Echeverría, se preguntaba si, dada la evolución empresarial que se está produciendo, nuestro espíritu empresarial sobrevivirá. Comparto muchas de sus observaciones y todavía más sus interrogantes, pero antes de ir hacia esa cuestión, quiero recoger un olvido en su exposición. Es un problema común, que estoy seguro fue involuntario y producto del hábito de referirse solo al espíritu de las empresas de capital, y olvidarse de que hayotras realidades.
Es frecuente, excesivamente frecuente para la importancia que tiene, no tener en cuenta, a la hora de hablar estos temas, el pujante espíritu empresarial protagonizado por las Cooperativas modelo Mondragón. Modelo de estudio en muchas Universidades y Escuelas de Negocios ( Harvard, MIT, IESE, por citar algunas), es una referencia mundial. Podemos afirmar por tanto, sin aburrir con datos, que existe un espíritu empresarial vasco pujante encarnado por ese entramado cooperativo. Son de sobra conocidos, los múltiples reconocimientos de esas empresas, otorgados en competencia con las empresas que podríamos llamar normales o habituales. ¿Es que existen dudas sobre el espíritu empresarial contenido en esa experiencia?. Algunos tienden a ver esa experiencia únicamente como social.
Es evidente que tiene muchos aspectos a observar, pero fundamentalmente se trata de una experiencia empresarial, colectiva eso sí, y que influye y mucho en la sociedad. Ahí es nada conseguir que todos los trabajadores sean socios y que todos los socios trabajen. Esa experiencia hace que el espíritu empresarial en mayor o menor medida se incorpore a las vidas de todos los que participen en la empresa. Si alguien duda de ese espíritu, que pregunte a los cooperativistas que han pasado momentos de zozobra, o situaciones límite. Todos saben que la Cooperativa solo es suya, y que su futuro depende de ellos mismos, de la empresa en donde haninvertido sus euros y sus esfuerzos vitales. Con todos los respetos hacia los empresarios de siempre, el modelo Cooperativo es un modelo de futuro y de una gran potencia y aplicabilidad al mundo empresarial moderno.
Hoy en 2007, como se reconoce en todos los ámbitos, generar riqueza es una tarea conjunta y no de unos pocos. Volviendo a la pregunta planteada creo que estamos en un momento de transición. Desde mi experiencia empresarial comparto muchas de las interrogantes que plantea Patxi. La globalización, la competencia abierta sin fronteras, hace necesaria esa transformación del espíritu empresarial. No es fácil. Siguiendo los vectores trazados en el artículo, parece que la transformación del accionariado hacia su internacionalización y cambio hacia un espíritu financiero interesado fundamentalmente en la puesta en valor (venta) de las acciones, acarrea un serio impacto en el espíritu y en la estructura de la empresa.
¿Podemos aplicar la noción de empresario que utilizábamos y utilizamos al agente interesado en generar una empresa, hacerla crecer rápido, y venderla? A mi modo de ver, el perfil de este nuevo agente no es el mismo que el del empresario cuyo mérito fundamental es su compromiso con el devenir de su
empresa.. El empresario ayer, como bien describe Patxi, suponía un ejercicio de libertad personal, y una responsabilidad social, además de la competencia para la administración de la empresa. Contrasta con los cambios que estamos viendo. La pregunta inicial sobre la supervivencia se transforma en otra: ¿puede transformarse el espíritu empresarial vasco para poder trabajar y triunfar en el nuevo entorno competitivo?
Mi respuesta es positiva. A condición de que los protagonistas, o sea, los empresarios asuman el reto de seguir siendo empresarios vascos en 2010 y siguientes. Si las Cooperativas lo están haciendo, y no mal por lo que se observa, ¿por qué no van a hacerlo los demás empresarios? Recuerdo que allá por los 60´s nadie apostaba por el modelo empresarial cooperativo. Según todos los expertos no tenían futuro en un mundo competitivo. Se confundieron, hasta ahora, al menos.
La transformación empresarial es necesaria, y es posible, a condición de ser muy exigentes y ponernos a trabajar desde ahora. Todo es posible y podemos ser optimistas respecto al espíritu empresarial sea en la fórmula que sea. Como creo que los temas serios se deben de tratar desde la sonrisa y desde el afecto, me permito una frivolidad: siempre nos quedará la solución de transformar en cooperativas todas las empresas que crean en su futuro.
Añadir comentario