He leído unas aportaciones “originales” a la empresa, al concepto de empresa, pero sobre todo a otras prácticas posibles.
Resumo mucho las aportaciones de un buen amigo escritor, cuyo libro os regalaré – permitidme esa satisfacción -, en cuanto me lleguen los ejemplares que he encargado.
Satisfacción digo porque he encontrado a quien coincide en muchas ideas con las mías y las de otros muchos.
Dos son las grandes aportaciones sobre propiedad y beneficios
PROPIEDAD DE LA EMPRESA
Descubrimiento de una primera debilidad: en la ley de S.A. se confunde con la sociedad de accionistas, que es el objeto directo de la ley, con la empresa que no se cita más que en dos artículos (en realidad en cuatro pero los otros dos tratan de temas marginales) para fijar la información que deben suministrarse a los accionistas en la memoria y en la gestión. Se confunde sociedad con empresa por lo que da por supuesto que son lo
mismo.
La dinámica muestra que: unos sres, se juntan y ponen un dinero; constituyen una
sociedad y atraen a otros; todavía no hay empresa; invierten y forman el capital social; no hay empresa todavía; nombran administradores: a través de éstos, compran bienes e incorporan personas que trabajan y actúan en mercados; ahora sí que hay empresa; deciden beneficios y cómo se reparten; ya está en marcha. La situación actual tiene sus pros: da orden; se entiende de una determinada manera:
etc. Sobre todo para los instalados en esa propiedad y en sus transacciones y derivados. Tiene también sus efectos perversos: la utilización de la empresa para fines no coherentes con la empresa; la instrumentalización mercantilista desentendida de su sostenibilidad; sin mencionar a su tendencia al monopolio; etc.
El accionista es propietario solamente de las acciones que posea, por muchas que sean. De ahí a poseer la empresa hay un trecho. Máxime cuando entran las personas en juego.
¿O es que alguien puede reverdecer el esclavismo? Ojo porque con los futbolistas se
habla de el propietario de Fulanito es una sociedad……
El mensaje apunta a que aunque cómodo y real, el concepto de propiedad aplicado a una realidad compleja como la empresa es un error grandioso. Igualmente cuando la
propiedad se reparte con en copos., sal., participadas, etc. Aunque sea
tranquilizador….por ahora.
La propiedad no pertenece al accionista…………ni a nadie en particular. Es mejor dejarlo y responder a esta otra cuestión mucho más interesante: ¿QUIÉN ES EL RESPONSABLE DE LA EMPRESA?
Éste es un tema más interesante y que permite profundizar en vías no agotadas y que
nos han llevado a esta situación.
LOS BENEFICIOS DE LA EMPRESA
De nuevo, pretender que ésa es la finalidad de la empresa, es un gran error. Si no fuera porque está tan admitida no merecería demasiada atención. Pero es un mito admitido. Vamos a ponernos serios. Hoy admitimos que los mercados cambian rápido. Lo que gustó ayer ya esta sobrepasado hoy. Las técnicas, máquinas, diseños, prestaciones evolucionan a esa velocidad. Creer que acertar con los clientes, desplazar a competidores, crear nuevos mercados y productos, es debido a un capital social, o a un origen o a cualquier otro factor que no sea al aportado por personas, es creer en la magia, o algo peor. Y si el factor positivo, único es el conjunto de personas,¿ por qué a la hora de asignar el beneficio tiene primacía el accionista? Porque es así es la única razón, disimulada de palabrería es lo que se suele argüir. Vergonzoso. Y también lo es que el consejo sea el único con poder para decidir qué se hace. Por cierto juez y parte porque es el que dice cuánto beneficio hay. Para generar beneficio lo único que es preciso es aportar valor. Y éste se genera en tres ciclos: con las personas que trabajan; con los clientes a los que se sirve; a la sociedad a la que se debe.
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Una aportación lateral. Cuando se quiere valorar una empresa, o sea, determinar el precio que pagaríamos por las acciones, sea por el método que sea, se suele comparar con unos determinados parámetros de rentabilidad razonable que se considera un umbral. Este umbral se suele calcular con varios sumandos: el precio básico del dinero – hoy da risa hablar de ello-; unos 2 ó 3 p.p. por tener un riesgo básico inherente a toda inversión; otros x puntos porcentuales en función de la media de rentabilidad del sector; y algún plus más por especificidades del caso particular que sea. En un contexto como los del año 2005 podría ser 4%+2%+3% en la mayoría de
actividades; o sea 10 o 12%. Siempre he pensado que el exceso debería de distribuirse y no asignarlo a la propiedad. En el fondo siempre pensaba que lo que se podría hacer era decirle al accionista: encantado de tenerlo conmigo, le pagamos ese 12%
garantizado y el resto es de todos los que trabajamos aquí.
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Luego el beneficio, definido correctamente y no como impone el accionista o las reglas que lo protegen, pertenece si es el caso a la empresa y se debe dedicar a su
sostenibilidad y a su crecimiento y no sólo a la satisfacción de los accionistas sean de un tipo o sean cooperativistas para que lo disfruten de manera insolidaria. Ni qué decir que además de retribuir correctamente a las personas, de tratar bien a los clientes, tiene que retribuir a la sociedad que tanto le ha dado previamente: infraestructuras; educación de personas; sanidad para que todo funcione; orden y un largo etc de convivencialidad sin la cual la empresa simplemente no podría vivir.
En lugar de discutir la finalidad de los beneficios es mucho más importante responder a esta otra pregunta:
¿CÓMO TRATAMOS LOS BENEFICIOS PARA QUE LA EMPRESA LOS SIGA
GENERANDO PARA SU SOSTENBILIDAD Y DESARROLLO?
RESUMEN: Como habrá podido deducirse mantengo que la empresa es un intangible
construido por muchas personas y que rechaza los esquemas de propiedad y beneficios que le aplicamos.
Y así nos va.
FORO DE ELGOIBAR
2015 OTSAILAK 11
Juanmari
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