Muchas veces, demasiadas, he encontrado frases, reflexiones sobre el conocimiento que me repelían. Y me producían esa reacción por la inadecuación del término, tal y como lo he integrado yo, a lo descrito por el autor, a quien quiero entender siempre.
Particularmente difícil era la situación de leer algo de una persona conocida a quien reconocía una preparación elevada, más profunda y rica que la mía, y encontrarme incómodo como lector.
Después de muchas idas y venidas, acepté como definición de conocimiento la del científico H. MATURANA que propone la siguiente:
Capacidad de comportamiento eficaz en un entorno concreto por parte de la persona diferente al observador que califica dicho comportamiento.
En un pasaje cercano leí lo siguiente:
“….construir sobre el conocimiento y análisis allí realizado…..”
En este pasaje se supone que en un proceso de estudio de datos, se puede construir sobre un conocimiento realizado o surgido en un determinado estudio. Pero claro, no se especifica de qué conocimiento estamos hablando. En este caso se trata muy probablemente del conocimiento adquirido en la realización del análisis. O sea la destreza en la selección de datos, su tratamiento, su propuesta de conclusiones, etc. Pero, como es muy habitual, inducimos a un error: el conocimiento sobre los datos, sobre cómo realizar análisis, como evitar errores, etc, no presupone ningún conocimiento sobre la realidad analizada. Información sí, conocimiento no.
Se pueden conocer muchos datos, hacer comparaciones, hablar y pontificar sobre gestión de empresas, habitual tema en muchos foros, y, en cambio, no tener ni idea de gestionar empresas en la práctica, o sea, sobre como hacerlo. Porque una cosa es tener datos, comparar, construir modelos, proponer soluciones, y otra muy distinta HACER,
tener un comportamiento eficaz. ¿Tienen los críticos taurinos CONOCIMIENTO sobre cómo torear? ¿O son los toreros los que tienen verdadero conocimiento? Las respuestas a esta pregunta son inequívocas. Nadie se pone a torear (con riesgo de cogida) pertrechado de información únicamente.
Es típica la confusión permanente, aunque involuntaria es siempre cómplice, entre información y conocimiento. No conviene mezclar las dos. Pero en algunos entornos se confunden. ¿Son tan difíciles de distinguir? Lo que sí es necesario es diferenciar lo que es información, o sea, el resultado de la explotación de los datos, de lo que es capacidad de actuar con eficacia. Y en ciertos entornos esos mundos se han separado tanto que, preocupados de su inutilidad a la hora de actuar, los expertos en información se adhieren al conocimiento. Porque conocer algo supone la capacidad de dominio sobre su comportamiento y mecanismos de actuación. Y, claro, así se produce que existan personas que teniendo información, atraen la atención sobre sus propuestas, bajo el supuesto de que conocerán los mecanismos ocultos de su comportamiento.
Un dato muy interesante que fundamenta lo diferente que es el conocimiento es que hay poco transvase de personas entre entornos de análisis, estudios, modelos, consultoría, etc., a los entornos del HACER: gestión de empresas, liderazgo de instituciones, creación de nuevas propuestas. Si el conocimiento sobre gestión de empresas estuviera en las propuestas académicas, no se explica su alejamiento de la práctica que produciría beneficios a todos.
La descripción de la situación actual podría ser la siguiente:
- Las personas actúan en un ámbito dado, en sistemas reales. Su comportamiento es crecientemente eficaz.
- Los estudiosos observan, recogen datos, los acumulan, procesan, comparan, etc.
- Los estudiosos construyen modelos que, explican la evolución de los sistemas estudiados.
- Los estudiosos proponen esos modelos, con sus reglas, instrucciones, etc., a las personas que actúan.
- Éstas “traducen” esos modelos a comportamientos. O sea, aplican lo que se supone que han adquirido, a la realidad en la que operan.
- Se producen resultados.
Y aquí está la pelea, por parte de los estudiosos:
- Si los resultados son buenos, los estudiosos atribuyen el mérito exclusivo a los modelos que ellos han propuesto.
- Si los resultados son malos, los estudiosos atribuyen el fracaso a la incapacidad de aplicación de lo que actúan.
En sentido contrario, los que operan:
- Ante resultados favorables se los atribuyen a su capacidad. Nadie se acuerda del mérito del estudioso, consultor, o lo que fuera.
- Ante fracasos, concluyen que los modelos propuestos eran pura entelequia, y que los estudiosos no tienen ni idea de la realidad.
En cualquier caso me inclino por considerar que el verdadero CONOCIMIENTO se produce cuando el que OPERA APLICA las informaciones que le pasan. Y es el OPERADOR quien tiene el conocimiento.
Por todo este razonamiento, propongo que esa frase es incorrecta.
Tendría que ser:
“Construir sobre la información y análisis allí realizado…”
Añadir comentario